Un día despejado, con temperaturas frias como corresponde a la fecha del año. Muy buena temperatura en el valle del rio Tormes y mucho viento, fresco, en la planicie. Marcha muy tranquila, en la que los únicos seres vivos que encontramos fueron dos grandes cachorros de perro mastín en las cercanías de un deshabitado corral de ovejas y un rebaño de estos animales, pastando, cerca de Trabanca. La iniciamos con una amplia visita en Fermoselle a un centro de interpretación de los Arribes. Regresando a casa transitamos en el Bus por la presa de la Almendra. Sus dimensiones y el oleaje que provocaba el fuerte viento hacían que pareciera encontrarnos delante de un mar.
Fermoselle. Vista de los arribes del Duero
Los Arribes del Río Tormes
La Senda del Duero abandona la
provincia de Zamora y se adentra en la provincia de Salamanca remontando el
cañón del Río Tormes. Aguas arriba del puente de San Lorenzo, que une la
localidad zamorana de Fermoselle con la salmantina de Trabanca, la presa de La
Almendra detiene el curso del rio permitiendo al viajero contemplar el arribe
en toda su grandiosidad.
Fermoselle
De
Fermoselle al puente de San Lorenzo
Con un clima
suave, originado por su situación en el arribanzo, que permite el cultivo de la
vid y del olivo, y situado estratégicamente en el ángulo formado por los
cañones del río Duero y el río Tormes, Fermoselle siempre ha estado poblado
desde la época paleolítica. La localidad de Fermoselle fue declarada Conjunto
Histórico en el año 1.974 por su abigarrado callejero, presidido por los restos
del Castillo de Doña Urraca y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El
atractivo casco urbano, la extensa red de bodegas que horadan el subsuelo y sus
numerosos monumentos invitan a un sosegado paseo cuyo final bien puede ser el
antiguo Convento de San Francisco, convertido en la Casa del Parque Natural
Aribes del Duero. En ella es posible obtener una perspectiva global de la
riqueza ecológica, paisajística y biológica de este espacio natural, que se
extiende a lo largo de más de cien kilómetros por el extremo occidental de las
provincias de Zamora y Salamanca.
Puente de San Lorenzo
La Senda del
Duero abandona el caserío siguiendo el Camino de la Carrera de los Olivos, por
el paraje del Álamo Blanco. Todavía en las proximidades de Fermoselle se
levantan cuidados huertos cercados de piedra en los que se alzan los airosos
cigüeños destinados a regarlos.
El recorrido
alcanza una bifurcación y la Senda del Duero abandona el Camino de la Carrera
de los Olivos y se dirige a la izquierda por el Camino de la Aceña de la
Cicutina.
Después de haber recorrido algo
más de tres kilómetros a través de los fértiles cultivos fermosellanos, el
ancho camino da paso a un sendero que desciende por una empinada ladera hasta
el río Tormes. Las especiales condiciones climáticas creadas por el
encajonamiento del río dan lugar a una exuberante vegetación de gran
biodiversidad que, por no encontrarse el río embalsado en esta zona, conserva
todos los estratos típicos de los cañones arribeños.
La bajada no tiene dificultad. La senda se acomoda a la estrecha topografía y se convierte en un agradable paseo entre encinas (Quercus ilex), retamas (Retama sphaerocarpa), enebros (Juniperus communis), cornicabras (Pistacia terebinthus), ruscos (Ruscus aculeatus) y otros pequeños arbustos. Durante la bajada se puede admirar la especial belleza del alto del Picón con su característica cumbre en forma de cono.
Río Tormes
La bajada no tiene dificultad. La senda se acomoda a la estrecha topografía y se convierte en un agradable paseo entre encinas (Quercus ilex), retamas (Retama sphaerocarpa), enebros (Juniperus communis), cornicabras (Pistacia terebinthus), ruscos (Ruscus aculeatus) y otros pequeños arbustos. Durante la bajada se puede admirar la especial belleza del alto del Picón con su característica cumbre en forma de cono.
Alto del Picón
Concluido el descenso, el sendero discurre paralelo al río Tormes, recorriéndolo aguas arriba por un bonito bosque de galería. Las pequeñas cascadas, llamada cachoneras en estas tierras, que se forman en los verticales cantiles del río durante las épocas húmedas constituyen un espectáculo sobrecogedor, digno de ser contemplado con calma.
Del puente de San Lorenzo a Trabanca
La Senda del
Duero se incorpora a la carretera ZA-316 para vadear el río por el puente de
San Lorenzo. El Camino Natural continúa un par de kilómetros por la carretera,
que cambia su nomenclatura por SA-316 al adentrarse en la provincia de
Salamanca, hasta desviarse por el Camino Ancho, un amplio camino que aparece a
la izquierda de la calzada.
Refugio de la Falla del Peine
Finalmente el
camino remonta el arribe y alcanza la penillanura. Desde aquí las vistas sobre
la presa de La Almendra, que retiene las aguas del Tormes, revelan la
grandiosidad de esta asombrosa obra de ingeniería civil.
Presa de Fermoselle
Finalmente el
camino remonta el arribe y alcanza la penillanura. Desde aquí las vistas sobre
la presa de La Almendra, que retiene las aguas del Tormes, revelan la
grandiosidad de esta asombrosa obra de ingeniería civil.
Sendero
adelante, entre cortinas, el camino conduce a la salmantina población de
Trabanca, final de la etapa.
LA PRESA DE LA ALMENDRA
Poco antes de unirse al Duero, el río Tormes ve detenido su curso por una formidable presa: La Almendra, que origina, con sus tres mil millones de metros cúbicos de agua embalsada, un verdadero mar interior con 8.000 hectáreas de superficie inundada. Su singularidad radica en que el salto está ideado para dar servicio a la central reversible de Villarino de los Aires, situada a quince kilómetros de distancia aguas abajo. El salto de La Almendra es, pues, capaz de convertir sus máquinas en turbinas para generar energía eléctrica durante el día, y en bombas durante la noche para devolver de nuevo al embalse los excedentes de agua, elevándolos cuatrocientos metros y trasladándolos quince kilómetros aguas arriba a través de un túnel subterráneo, de siete metros de diámetro, excavado en la roca. Toda una genialidad.
La estructura de la presa es enormemente comprometida porque la cerrada del terreno no basta para contenerla. La razón es que la inmensa bóveda, de doscientos metros de altura, no pudo estribarse en las márgenes del río Tormes porque esas márgenes quedaban veinticinco metros por debajo de la coronación de la presa. Hubo que construir dos inmensos diques de contención de hormigón que realizaran esa función.
La presa de Almendra fue, en su momento, la presa más complicada del mundo y un verdadero hito de la ingeniería internacional. Además de sus espectaculares dimensiones (casi cuatro kilómetros de longitud, doscientos metros de altura, zonas del embalse de casi diez kilómetros de ancho, etc.), el diseño general de la presa y de la central fue fruto de soluciones especialmente originales, que pusieron de manifiesto una alta capacidad para la innovación y un verdadero atrevimiento a la hora de ejecutarlas.
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